Por qué escogí tutoría para mi hijo en lugar de actividades después de la escuela

Cuando asistí a la reunión del equipo del IEP de mi hijo de 7º grado esperaba escuchar lo mismo que había estado escuchando en estas reuniones durante años. Está progresando. Es un placer tenerlo en la clase. Es muy apreciado. Es desorganizado y se distrae fácilmente. Es ansioso.

Paul tiene y , y también tiene problemas con las matemáticas. Ha sido un camino difícil debido a sus dificultades de aprendizaje y de atención. Pero mi esposo y yo nos hemos dedicado a brindarle toda la ayuda que ha necesitado. Deseamos que progrese y salga bien en la escuela. Y en eso generalmente se han enfocado sus reuniones del IEP, en sus metas, habilidades y logros académicos.

Sin embargo en esta ocasión, su maestro dijo algo que no había escuchado antes. “Paul habla constantemente de fútbol y es obvio que le gusta practicarlo. Pero él necesita otros intereses y actividades en las que se sienta bien”.

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De repente, me invadió la culpa. Si mi hijo no tenía suficientes intereses, era mi culpa. Debí haberlo expuesto a más cosas.

Me tomó días librarme de ese sentimiento. Una vez que lo logré, me di cuenta por qué el comentario del maestro me afectó tanto. No es que yo no quisiera que Paul tomara clases de música o formara parte del equipo de ajedrez. Es que su horario después de la escuela estaba lleno…con sesiones de tutoría. Esas eran sus otras actividades. Y no eran divertidas.

Paul pasaba una tarde a la semana en el programa de tutoría de matemáticas de la escuela, y dos tardes con un especialista en lectura privado.

Era un gasto de dinero para nosotros y un desgaste emocional para él.

Ese horario le dejaba dos tardes libres. Paul las ocupaba practicando fútbol, que le encantaba. Aún así, en ocasiones se sentía comprensiblemente frustrado cuando tenía que reunirse con su tutor mientras sus amigos practicaban en la banda o tenían reuniones con el club de ciencias.

Supongo que pude haber limitado las sesiones de tutoría para que Paul pudiera probar otras actividades. Tener otro interés probablemente hubiera mejorado su autoestima. Incluso le hubiera permitido considerar una mayor variedad de opciones de universidades y carreras.

Pero ¿que tan bien se hubiera sentido consigo mismo si nunca hubiera logrado progresar en lectura y en otras destrezas?

Paul está en un colegio comunitario, y leer sigue siendo difícil para él. En ocasiones me siento mal de que buena parte de su tiempo lo hubiera dedicado en trabajar sus áreas problemáticas. Pero ya no estoy arrepentida de mi decisión.

Me doy cuenta de que no es mi “culpa” que no haya tenido más actividades extraescolares al crecer. Los padres de chicos con dificultades de aprendizaje y de atención a menudo tienen que tomar decisiones difíciles cuando se trata de las destrezas y necesidades de sus hijos.

Pero sé que la ayuda adicional fue una buena manera de invertir el tiempo porque sus calificaciones y su autoestima mejoraron. Y también sé que a lo largo de su vida tendrá oportunidades para encontrar otras pasiones.

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