Mantenga la calma e intente no ceder. Reconozca lo que quieren los niños, pero no intente razonar con ellos mientras están enojados. Espere al menos una hora antes de hablar acerca de su rabieta.
Consejo práctico 2
Sea claro (y no discuta) las reglas.
Sea claro (y no discuta) las reglas.
Intente no caer en la trampa del "no lo sabía" o "no me lo dijiste". Recuérdeles la regla (como no comer galletas antes de la cena) y déjelo ahí.
Consejo práctico 3
Pruebe estrategias de autocontrol.
Pruebe estrategias de autocontrol.
Haga que los niños realicen varias respiraciones profundas para relajarse. También puede recordarles que “usen palabras” cuando quieran algo. Una frase útil es: “¿Qué podría hacer que las cosas mejoren?”.
Consejo práctico 4
Lleve un registro de los desencadenantes.
Lleve un registro de los desencadenantes.
Tome nota de cuándo ocurren los berrinches. Puede ser a la hora de acostarse, al hacer los deberes escolares o cuando los niños tienen hambre. Con el tiempo es posible que vea patrones que lo ayuden a predecir (y prevenir) rabietas futuras.
Es común que los niños pequeños tengan rabietas cuando no se salen con la suya. Sin embargo, suelen ser menos frecuentes cuando los niños tienen 8 o 9 años de edad.
Cuando los niños de esa edad tienen berrinches, las personas podrían verlos como malcriados o irrespetuosos. La verdad no es tan simple. Las rabietas ocurren por una razón.
A medida que los niños crecen, suelen desarrollar habilidades de lenguaje que les permiten expresar sentimientos como la frustración y el enojo. Aprenden a negociar para obtener lo que quieren. La mayoría aprende a controlar emociones intensas y a sobreponerse a las decepciones.
Pero algunos niños tardan más en aprender a manejar las emociones y sobrellevar la decepción. Es posible que tengan dificultad con el autocontrol, la ansiedad o para expresar sus sentimientos con palabras. Estas y otras razones pueden causar que los niños mayores tengan rabietas con frecuencia.
Profundice
Las rabietas en niños mayores pueden ser una señal de que están teniendo dificultades en ciertas áreas. Las dificultades podrían ser con el aprendizaje, con el comportamiento o con ambos.
A menudo la causa suele ser dificultad para manejar las emociones. Puede que tengan problemas de autocontrol, y como resultado les cueste calmarse cuando están enojados.
El estrés y la ansiedad también pueden desempeñar un papel. Cuando los niños se estresan por ciertas actividades, pueden hacer un berrinche para evitarlas. Por ejemplo, los niños que tienen dificultades con los deberes escolares, pueden hacer un berrinche para evitar hacerlos.
Algunos niños tienen dificultades específicas que pueden causar que los berrinches continúen mucho tiempo después de que sus compañeros han dejado de tenerlos. Por ejemplo, podrían tener dificultad para poner sus sentimientos por escrito debido a que tienen problemas con el lenguaje. O podría estarles yendo mal en la escuela y utilizan las rabietas como un mecanismo de defensa.
Puede que parezcan lo mismo, pero las rabietas son muy diferentes de las crisis. Los niños suelen poder controlar las rabietas. Las crisis están fuera de su control. Las causas también suelen ser diferentes.
Por ejemplo, las crisis a menudo ocurren cuando los niños están sobreestimulados y se sienten abrumados. Las rabietas ocurren cuando los niños quieren algo o se sienten frustrados.
Para prevenir las rabietas, sea claro y consistente con las expectativas. Cuando los niños saben lo que sucederá y lo que no (la cena es a las 7 y no hay galletas antes de comer), es menos probable que hagan un berrinche. Así que, asegúrese de advertirles si habrá algún cambio en la rutina.
A medida que vaya anotando qué desencadena las rabietas, es posible que empiece a ver patrones. Utilice esa información para prevenirlas. Si tener que dejar de jugar para ponerse a trabajar causa una rabieta, avise cuando falten 10 minutos y 5 minutos para parar de jugar.
Si los deberes escolares parecen estar causando rabietas, la comunicación entre padres y maestros es muy importante. Averigüe cómo reconocer cuando los niños se sienten frustrados por la escuela, y póngase en contacto con el maestro de su hijo para iniciar una conversación.