¿Cómo fue ser diagnosticado con un “trastorno del aprendizaje no especificado”?

“¿Quieres decir como la ?”.

Esta es la pregunta que me hacen muchas personas cuando digo que tengo una . También es una pregunta que mis padres y yo hemos tenido problemas para contestar desde que yo era pequeña.

Primero fui diagnosticada con retrasos en el desarrollo cuando tenía dos años. El desarrollo de mi lenguaje estaba bastante atrasado en comparación con otros niños. Cuando las personas decían mi nombre, yo no respondía. Apenas hablaba.

Al crecer, mis retrasos en el lenguaje se convirtieron en un diagnóstico de trastorno del aprendizaje no especificado (LD-NOS, por sus siglas en inglés). LD-NOS era un término amplio, definido sin rigurosidad. Después de cada evaluación, a mis padres se les decía cosas como: Beth puede que tenga problemas para organizar o resumir la información. Puede que tenga problemas con los conceptos mecánicos. Puede que tenga problemas para entender conceptos espaciales. Nada de eso permitía que mis padres o yo pudiéramos explicar mis dificultades a los otros.

¿Cuál es su principal preocupación?

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“¿Así que tienes dislexia?”.

Esta vez, la persona que preguntaba sobre mi diagnóstico era mi profesora en la universidad. Era la primera semana del semestre y estábamos reunidas en su oficina. Mis dificultades de organización a nivel cerebral estaban interfiriendo y tenía problemas para expresar mis pensamientos en voz alta.

Nerviosamente me pregunté ¿cómo empiezo? Me preocupaba que mi profesora no tuviera una buen opinión de mí y dijera que solo estaba poniendo excusas. Temía que simplemente considerara “no especificada” como que solamente por lo general soy “lenta”.

Lo que quería decirle es que tengo varias dificultades que se superponen. Esas dificultades están conectadas, pero no está claro de qué manera. Afectan casi todas las áreas de mi vida.

Retos organizativos. Dificultades motoras-espaciales. . Velocidad de procesamiento lenta. . Estas dificultades aparecen en formas a las que estoy adaptándome constantemente. Por ejemplo, me pierdo en las discusiones en clase mientras intento procesar información. Y mis ensayos estarán llenos con errores e ideas desconectadas.

No es porque me esté apurando o no lo esté intentando. Se debe a que me resulta difícil escribir en la computadora y tengo problemas para organizar mis ideas.

Con los años, he aprendido a no sentirme avergonzada de mis dificultades, pero no ha sido fácil. En la escuela media reprobé casi todas las asignaturas. Mi calificación más alta, en inglés, fue apenas una C+.

Mis exasperados padres preguntaban: “¿Cómo es eso posible? ¡Tú eres tan buena lectora!”. Es cierto que la lectura y la escritura me resultaban más fáciles que matemáticas, los idiomas o cualquier actividad que involucre mapas. Pero continúo teniendo problemas para escribir mis ideas.

Debido a mis dificultades, era difícil que me sintiera motivada o interesada en el trabajo académico. Mis calificaciones sugerían que yo no era una “buena” estudiante.

No fue hasta el bachillerato que las cosas empezaron a cambiar. Fui transferida a una escuela especializada en chicos que tienen dificultades de aprendizaje y de atención y allí empecé a confrontar mis retos y temores. En mi nueva escuela recibí apoyo y atención personalizada. Eso me motivó con mis estudios. Logré reconocer que mis ideas tenían valor.

En la universidad, fui afortunada de tener profesores que veían más allá de los problemas mecánicos que enfrentaba al escribir. Reconocían mi curiosidad intelectual y mi habilidad de razonamiento. Al establecer estándares altos, me estimularon a mejorar mis habilidades con la escritura.

El miedo inicial que sentí en la oficina de la profesora lentamente se desvaneció. Con el tiempo aprendí cómo describir mis dificultades de aprendizaje y a abogar por mí misma cada vez que me preguntaban si tenía dislexia. Además dejé de permitir que mis temores interfirieran con mi pasión por aprender. Esto también me ayudó a descubrir una nueva pasión, abogar a favor de otros.

Recientemente, he visto un cambio en la manera en que se discuten las dificultades de aprendizaje no especificado como las mías. Las personas están empezando a hablar sobre cosas como el funcionamiento ejecutivo y la velocidad de procesamiento lenta.

Un gran cambio es que el término LD-NOS ya no se usa. En el 2013, la condición fue eliminada del DSM, el manual médico usado para hacer diagnósticos formales. Hoy en día, LD-NOS se incluye en la categoría “trastorno específico del aprendizaje” (SLD, por sus siglas en inglés). Se encuentra junto a otras dificultades de aprendizaje.

Cambiar el nombre de LD-NOS a SLD no elimina las frustraciones que enfrento. Pero siento que fue un reconocimiento de mi diagnóstico afirmar que las dificultades de aprendizaje y de atención no siempre encajan claramente en una categoría. Con un diagnóstico común de SLD, parte de mí además se sintió más cercana a una comunidad más amplia como es la de las dificultades de aprendizaje y de atención.

Para mí, todas las dificultades de aprendizaje y de atención están relacionadas. Darme cuenta de eso me ha permitido entenderme de una manera diferente. Además me ha otorgado una nuevo sentimiento de seguridad y confianza en mí misma.

¿Quiere ayudar a su hijo a hablar con seguridad sobre sus dificultades de aprendizaje y de atención? Revise oraciones que puede usar al abogar por sus derechos.

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