Lo que mi hija con dislexia me enseñó sobre aprender a leer

“¡Mamá, acaba de leer la palabra "aire"!” grita Ella, mi hija que en aquel entonces tenía 11 años de edad.

Estábamos en una estación de gasolina y su hermana de 4 años de edad, Lily, está leyendo todos los anuncios que ve. Pero Ella tiene dislexia y no puede, y no sé cómo actuar. ¿Debería elogiar a la pequeña Lily o tranquilizar a Ella?

“Se supone que no debería estar leyendo”, dice Ella enfadada desde el asiento trasero.

“Allí dice ‘gas’”, Lily nos indica. “Ve hacia el número 4 mamá…me gusta el número 4”.

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Llevo el auto a la estación número 4 mientras Lily aplaude. Me volteo y veo que Ella está a punto de llorar. Su rostro está enrojecido y congestionado, y mira a Lily de reojo.

“Tú eres excelente en otras cosas, como en ciencias”, le digo a Ella, intentando reconfortarla y evitar una crisis. Me acerco a la ventanilla del auto e intento darle un beso, pero se da la vuelta.

“¡Deja de leer!”, le grita Ella a su hermana. Lily la mira confundida.

Mientras pongo gasolina, pienso que ojalá todo esté bien cuando regrese al auto.


Eso sucedió hace varios años. Pero debido a su dislexia, mi hija Ella siempre ha tenido dificultad para decodificar y pronunciar palabras. Por eso siempre está atrasada en lectura en comparación con sus compañeros.

Cuando en primer grado su maestra me informó que tenía dificultad para leer, me costó aceptarlo. “Solo es lenta para leer libros”, le dije a la maestra. “Entiende todo lo que le leo”.

Lo más increíble es que yo era maestra de primer grado y aún así no pude ver o entender lo que le estaba pasando a mi hija. Por fortuna para nosotros, la maestra de Ella se negó a dejarlo pasar. Siguió insistiendo en las reuniones de padres y maestros que había que investigar por qué Ella estaba teniendo problemas para aprender a leer.

Ella sabía que algo no marchaba bien y quería que Ella fuera evaluada. Pero a mi esposa y a mí nos aterraba la idea de evaluarla. El vocabulario de Ella era muy desarrollado, ¿cómo era posible que tuviera un problema?.

Sin embargo, las habilidades de lectura de Ella no estaban mejorando. Así que finalmente acordamos que fuera evaluada en las vacaciones entre primer y segundo grado.

“Tiene un trastorno de lectura”, nos dijo el evaluador. Me sentí consternada. ¿Por qué tienen que usar la palabra “trastorno”? Ella es tan especial, tan inteligente. Esto no tenía sentido.

Me costaba entender los problemas de Ella porque aprender a leer fue completamente diferente para mí. Cuando yo era niña, tuve un amigo llamado Peter que leía el periódico The New York Times con 3 años de edad. Me impresionó tanto, que yo aparentaba que leía todo lo que podía.

Contaba historias de memoria tratando de engañar a las personas para que pensaran que las estaba leyendo. Incluso le pedí a mi mamá que me enseñara a leer. Ella me dijo que no, eran los años setenta y la crianza era muy diferente en ese entonces.

Finalmente empecé primer grado. Al final de la primera semana estaba decodificando con fluidez y era capaz de leer todos los libros del nivel de mi grado. Ese fue el comienzo de mi amor por los libros. Me hice maestra para poder leer todo el día. Así que no tenía idea de lo que Ella estaba experimentando, sentirse un fracaso en algo tan básico como leer.

Sin embargo, me gustara o no, tuve que aprender y adaptarme rápidamente al diagnóstico de Ella. Lo primero que hicimos fue buscar y contratar a un tutor en lectura que estuviera capacitado. Después le conseguimos servicios de lectura en la escuela.

También me di cuenta de que necesitaba cambiar mi actitud como madre y maestra. Empecé a abrir mi mente al hecho de que algunos niños, aunque sean muy inteligentes, aprenden a leer de manera diferente. Comencé a pensar en por qué los padres aceptan o rechazan que su hijos piensan y aprenden de manera diferente. Todo esto cambió la manera en que me planteé la lectura y la forma de enseñar a leer.

Con el tiempo fui más comprensiva y paciente con mi adorada Ella. Gracias a ella estaba aprendiendo sobre la dislexia y lo qué significa aprender a leer. Me estaba enseñando el significado de la valentía, la compasión y la tolerancia de nuestras diferencias. Principalmente, me estaba mostrando que en verdad era especial.

La primaria no fue fácil para Ella, pero perseveró y s esforzó, aún cuando todos sus amigos estaban leyendo libros mucho más difíciles. A veces, se sentía tan frustrada que le gritaba a su hermana. A veces, lloraba. Pero lo superamos juntas.

Ahora Ella está en séptimo grado y finalmente se siente cómoda leyendo libros por su cuenta. Le gusta leer historias de no ficción, principalmente ciencias. Le encantan las novelas gráficas. Se está conociendo a sí misma y está siendo comprendida por quién es, e incluso habla de su dislexia. También me está enseñando a entender quién soy yo.


Vea un video de Ella hablando de la dislexia a una clase de estudiantes universitarios. Averigüe por qué es más difícil aprender a leer que aprender a hablar. Entérese de qué hacer si su hijo es diagnosticado con dislexia.