Cómo recuperé a mi hijo: Romper el silencio sobre las diferencias en la manera de pensar y aprender

Cuando mi hijo tenía 5 años, le pregunté de qué se quería disfrazar para Halloween.

“¡De rey!”, me dijo sonriente.

Así que fuimos a la tienda y escogimos una capa de terciopelo rojo con piel blanca. Hice un cetro con cartulina y le rocié pintura en aerosol dorada. Cuando le puse la corona en su cabeza me miró confiado y alegre.

Tristemente, no volvería a ver esa mirada en mucho tiempo.

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Escribiendo...
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Había habido ciertos indicios en preescolar de que algo estaba mal. Tenía problemas con el habla. En kínder tuvo dificultad con las letras y las palabras.

Al mismo tiempo era muy brillante y estaba muy adelantado en matemáticas en comparación con sus compañeros.

En primer grado se empezó a manifestar. Todos los días los estudiantes de su clase escribían en sus diarios. Y todos los días mi hijo se esforzaba, pero solo lograba escribir una palabra, y además la escribía de forma incorrecta.

La escuela se volvió insoportable para él. Empezó a masticar las gomas de borrar de los lápices. Regresaba a la casa gritando o llorando, sintiéndose frustrado y abrumado. En tercer grado, cuando su escuela lo evaluó, mi hijo le dijo al personal que era “tonto” (no le importó que la evaluación determinara que tenía un coeficiente de inteligencia muy alto).

Mi pequeño “rey” parecía muy lejano.

Lo que descubrí durante esos años fue que mi hijo tenía dislexia y TDAH. Y supe que tenía que empezar a buscar maneras de ayudarlo. Pero me tropecé con un obstáculo que jamás esperé: pocos padres querían hablar conmigo.

Por supuesto que mis amigas querían compartir cuando sus hijos obtenían A o estaban en el cuadro de honor. ¿Pero si un niño tenía problemas en la escuela?: silencio. Después de todo es un tema incómodo. También es invisible, nadie puede decir que un niño tiene dificultades para leer o escribir con solo mirarlo.

Recurrí a Internet, pero fue aún más frustrante. La mayoría de los sitios usaban una jerga educativa que era confusa. Y si encontraba un sitio que me gustaba, me preguntaba: ¿puedo confiar realmente en esta información?

Pasé incontables horas siguiendo la pista a expertos. Finalmente encontré una maravillosa especialista en lectura llamada Margie Gillis. Ella me ayudó a entender dos cosas importantes: por qué mi hijo estaba teniendo problemas y cómo podía ayudarlo.

Ese conocimiento fue un momento crucial para nuestra familia. Cuando descubrí que 1 de cada 5 niños tiene dificultades relacionadas con la lectura, las matemáticas, la escritura, la atención y la organización, me di cuenta de que tenía que exponer a mi hijo a niños que fueran como él.

Encontramos una escuela media que le dio la oportunidad de conocer a otros niños que piensan y aprenden de manera diferente. Eso ayudó a que desarrollara la confianza en sí mismo y sintiera que formaba parte de una comunidad. Lo recuerdo diciendo: “Nunca pensé que había tantas personas como yo”.

Una vez que mi hijo tuvo el tipo de enseñanza y apoyo que necesitaba, empezó a progresar. Al finalizar la escuela media me dijo que quería ir a la universidad.

Pero aun cuando mi hijo empezó a progresar, me invadió la tristeza. ¿Cuántos padres hay buscando respuestas?

Fue ahí cuando emprendí una misión: ayudar a otros padres como yo. Este camino me llevó a involucrarme con Understood.

Understood se fundó hace varios años, y mi más grande esperanza es que se convierta en un apoyo para todas las familias que están buscando respuestas.

Recuerdo cuando mi hijo estudiaba su primer año en la universidad y me visitó durante sus vacaciones de primavera. Ahora está en tercer año de ingeniería y se encuentra en la lista de honor. Además está pensando qué hará después de graduarse.

“Tienes mucho tiempo para averiguarlo”, le dije. “¿Tienes alguna idea de lo que te gustaría hacer?”.

“No sé exactamente mamá”, dijo. “Pero algo vanguardista. Algo que pueda cambiar al mundo”. Lo decía con seguridad, casi radiante.

Mi “rey” había regresado.


¿Quiere saber más de esta autora? Lea acerca del momento en que su hijo la hizo sentir más orgullosa que nunca. Averigüe cómo ella y su esposo lograron ponerse de acuerdo después de una reunión del IEP. Y conozca cómo actúo cuando la vida le trajo un cambio inesperado: el segundo diagnóstico de su hijo.

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