5 mitos comunes acerca de la dispraxia

La dispraxia no es una condición muy conocida. Incluso algunos maestros y profesionales desconocen las causas, los síntomas y la frecuencia con que se presenta en la población. Estos son cinco mitos comunes y los hechos que los desmiente.

Mito #1: La dispraxia es extremadamente rara

Realidad: La dispraxia a menudo no es ni diagnosticada ni reconocida, pero se cree que es relativamente común. Se estima que entre el 6% y el 10% de los niños tienen algunas características de la dispraxia. Se le conoce con diferentes nombres, incluyendo trastorno del desarrollo de la coordinación y dificultad del aprendizaje motor.

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Mito #2: Los niños con dispraxia solo son torpes

Realidad: Los niños con dispraxia generalmente tienen problemas con las habilidades motoras. Esto podría hacer que parezcan torpes o “fuera de sincronía” con su entorno. Sine embargo, es más que eso. Los niños pueden tener dificultad para controlar sus músculos. Esto incluye los músculos pequeños, como los de las manos. Como resultado, se les dificultan actividades diarias como escribir y cepillarse los dientes. También pueden parecer descoordinados, inmaduros y socialmente inadecuados.

Mito #3: La dispraxia es lo mismo que la disgrafía

Realidad: La dispraxia y la disgrafía pueden causar dificultades con la escritura similares o que se superponen. Sin embargo, son condiciones diferentes. La dispraxia causa dificultades con las habilidades motoras finas, incluyendo el acto físico de escribir.

La mayoría de los niños con disgrafía también tienen dificultad para escribir a mano. Sin embargo, los niños con disgrafía también pueden experimentar dificultades con la ortografía y la organización de sus ideas al escribir a mano o en un teclado. Por ejemplo, los niños con disgrafía podrían tener dificultad para poner sus ideas por escrito, incluso cuando saben lo que quieren decir. El resultado podría ser una página llena de errores y apenas legible.

Mito #4: Los niños con dispraxia suelen ser poco inteligentes

Realidad: No existe una conexión entre la dispraxia y el coeficiente intelectual o . Tener dispraxia no quiere decir que un niño no sea inteligente. Sin embargo, la manera en que los niños con dispraxia se comportan podría hacerlos parecer menos capaces de lo que en realidad son. Por ejemplo, podrían tener dificultad con actividades motoras finas como escribir y dibujar, o con tareas cotidianas como atarse los cordones de los zapatos. Esencialmente, los niños con dispraxia pueden tener dificultad para que sus cuerpos estén en "sintonía" con sus cerebros.

Mito #5: No hay tratamientos para la dispraxia

Realidad: No hay una cura para la dispraxia, y no desaparece con la edad. Sin embargo, con mucha práctica y reforzamiento los niños pueden mejorar en ciertas tareas. La terapia ocupacional y la terapia del habla pueden ayudar a mejorar los síntomas. Aprender a utilizar un teclado puede ayudar a los niños mayores con la escritura. Herramientas tecnológicas como el software de dictado también pueden ser de gran utilidad.

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