La prueba del marshmallow: Qué información ofrece acerca de los niños con TDAH

Imagine sentar a un niño pequeño en una habitación con un plato de marshmallows, un marshmallow en un lado del plato y dos en el otro lado. Junto al niño hay una campana. Se le pregunta al niño si prefiere uno o dos marshmallows. Y la mayoría de los niños responden: “¡dos!”.

Entonces, el adulto dice:

Vamos a jugar de esta manera. Yo voy a irme de la habitación. Mientras estoy ausente, si puedes esperar a que regrese, entonces recibirás dos marshmallows. Si no deseas esperar, me puedes hacer volver de inmediato sonando la campana, pero entonces sólo recibirás un marshmallow en lugar de dos.

¿Piensa usted que el niño será capaz de esperar hasta 15 minutos?

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Este es el experimento que el psicólogo Walter Mischel de Columbia University condujo a finales de los sesenta con niños de cuatro años de edad en la University of Stanford’s Bing Nursery School. Es llamado “The Marshmallow Test” (prueba del marshmallow). Mischel estaba intentando averiguar si los niños podían esperar más tiempo para obtener una recompensa mayor.

Este video Mind in the Making muestra el experimento en acción.

(Nota. El video no tiene subtítulos en español)

Los resultados de la prueba del marshmallow no fueron demasiado sorprendentes. Algunos niños podían esperar mucho tiempo, mientras que otros no.

Lo sorprendente fue lo que Mischel encontró cuando le dio seguimiento a los niños años más tarde. Él explica:

Mientras más tiempo fueron capaces los niños de esperar a la edad de cuatro años, mejores calificaciones obtenían en el SAT, mejores eran sus puntajes en su habilidad para controlarse y de lograr sus metas académicas y otras metas, y les iba mejor como personas cuando tenían alrededor de treinta años.

En otras palabras, un mayor autocontrol como niño significó más éxito como adulto.

Ahora, si usted tiene un hijo con TDAH o un niño con problemas de impulsivad o autocontrol, podría estar preguntándose: “Mi hijo nunca podría esperar 15 minutos para obtener los dos marshmallows. ¿Eso significa que mi hijo está destinado al fracaso?”.

La respuesta es enfática: No.

La prueba del marshmallow no no puede predecir el futuro. Muchos niños que tienen TDAH y que son impulsivos de pequeños se convierten en adultos muy exitosos.

Pero igual de importante es que cuando Mischel observó más detalladamente a los niños que esperaban más tiempo, descubrió algo interesante. Los niños que eran capaces de esperar no sólo se quedaban sentados. Ellos empleaban estrategias específicas que los ayudaban a esperar.

Algunos pretendían que los marshmallows eran nubes esponjosas. Algunos caminaban por la habitación. Algunos, incluso, hablaban con ellos mismos en voz alta o se agarraban las manos.

Esto sugirió que había habilidades de autocontrol que ayudaron a los niños que habían esperado. Esas habilidades forman parte de lo que es llamado funciones ejecutivas, que son una especie de jefe ejecutivo del cerebro. Las habilidades de la función ejecutiva ayudan a planear, organizar y administrar el tiempo.

La buena noticia es que estas habilidades pueden aprenderse. En otras palabras, los niños que tienen problemas de autocontrol y de impulsividad pueden adquirir estrategias para controlar su comportamiento.

¿Pero cómo promueve esas habilidades en su hijo?

Algunas personas piensan que cuando hablamos de autocontrol, estamos hablando de una disciplina estricta o de permanecer sentados por largos periodos de tiempo. Eso en realidad no es correcto.

Los estudios de investigación muestran que el autocontrol se aprende mejor a través del juego y la actividad física. Jugar fomenta el autocontrol, especialmente los juegos en los que los niños tienen que escuchar reglas, poner atención cuando las reglas cambian y no actuar en piloto automático. Dos ejemplos magníficos son los juegos Simon Says y Red light/Green light.

También hay otras maneras para fomentar el autocontrol en los niños. Una manera es motivar a los niños a establecer metas personales con base en sus intereses. Otra es que los niños propongan sus propias estrategias para controlarse cuando tienen qué esperar. Y después, darles muchas oportunidades para practicar esas estrategias y mejorarlas.

Para mí, ese es un aporte esperanzador de la prueba del marshmallow. Y es uno especialmente importante para los niños con TDAH.

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