Las metas pequeñas pueden ser mejores que los grandes propósitos de Año Nuevo

Mi historia Soy una gran planificadora general que vive en una casa con pensadores de paso por paso. Mis dos hijos menores tienen problemas con la organización y la planificación, al igual que mi esposo, quien tiene TDAH.

Qué estaba haciendo Cuando pienso, mi mente abre un mapa satelital que me permite ver de inmediato todas las rutas y desvíos posibles. En contraste, el resto de mi familia piensa como una lista de instrucciones, que los lleva a dar un paso a la vez para llegar a donde se dirigen.

Me gusta hacer malabares al llevar proyectos al mismo tiempo y pensar en soluciones múltiples para los problemas. A ellos les gusta enfocarse en una tarea antes de continuar con la siguiente.

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Además, adoro tener propósitos ambiciosos para el Año Nuevo.

A mi esposo podría decirle cosas como: “Si este año queremos disminuir nuestros gastos en un tercio, podemos cambiar nuestro plan de teléfono celular y cancelar el cable. Si cancelamos el cable, ahorraremos esta cantidad. Pero si cancelamos el cable y cambiamos el plan de teléfono celular, ahorraremos esta cantidad...”.

A mi hijo preadolescente podría decirle: “Dijiste que querías conseguir un papel importante en el musical de este año. Cuando decidas si quieres tener un papel principal o uno secundario, podrás elegir dos días a la semana para practicar canto y dos días para practicar tu coreografía. De esta manera, una vez que tengas el guión, tendrás un día reservado para practicar tus líneas”.

Ellos me verían como si estuviera hablándoles en otro idioma. Y yo me habría desesperado. Era claro que nuestras maneras diferentes de pensar estaban provocando cierta fricción.

Lo que hubiera querido saber antes Un día, mi esposo y mi hijo preadolescente dijeron que querían hablar conmigo. Mi esposo respiró hondo y dijo que no querían herir mis sentimientos, pero que necesitaban aclarar algo. Luego me dijo que intentar cumplir grandes propósitos sin dividirlos en metas más pequeñas hacía muy difícil que lográramos algo como familia. Mi hijo asentía en señal de acuerdo.

Eso me detuvo y me hizo recapacitar. Bueno, por supuesto, me di cuenta. Nosotros ayudamos a que los niños hagan las tareas largas dividiendo el proceso en pasos. Cuando creamos un , establecemos metas anuales que miden el progreso paso a paso durante el año. ¿Por qué los propósitos de Año Nuevo deben de ser diferentes?

Para que los propósitos sean manejables para nuestra familia, las metas deben de ser pequeñas y específicas, y hacerlas por pasos. En lugar de “recortar los gastos en un tercio” podemos empezar por reducir nuestra cuenta de teléfono celular. Una vez que lo hemos logrado, entonces podemos encontrar otra manera de recortar los gastos. La primera meta de mi hijo es simplemente ir a una reunión para la organización del club de drama. Después de eso, él puede establecer otra meta que sea fácil de alcanzar.

Si nuestro propósito de año nuevo es un lugar hacia donde dirigirnos, los giros en el camino son pequeñas metas que trazan nuestro viaje. Yo puede que sea capaz de ver el todo el mapa en mi cabeza, pero eso no significa que los demás lo puedan hacer. ¿Cómo puedo esperar que mi familia emprenda un viaje conmigo sin mostrarles el camino para llegar?

Después de pensarlo, acudí a mi esposo y mi hijo y les agradecí su sinceridad. Me di cuenta de que había sido una conversación difícil de iniciar, pero que había valido la pena. Este año, estamos estableciendo metas pequeñas juntos, no grandes propósitos para el nuevo año. Estamos recorriendo el trayecto poco a poco. De esa manera avanzaremos juntos a toda marcha.

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