Duele que mi hijo con TDAH me mienta. Sepa cómo lo enfrento

Recientemente me di cuenta de algo: si usted vive con alguien a quien ama y que tiene TDAH, probablemente le ha mentido en alguna ocasión. Lo más probable es que haya sido sobre alguna tontería que ni siquiera es relevante. Pero podría haber sido acerca de algo importante.

Yo no tengo , pero mi hijo adolescente sí. En mis mejores días siento que lentamente estoy perdiendo mi cordura, porque él y yo experimentamos la realidad de forma muy diferente. La razón principal de esto es que mi hijo tiene problemas con la . Su no es tan buena como la mía, ni tampoco lo es su autocontrol. Para compensarlo, a menudo parece sustituir la verdad con su propia versión de la realidad.

En otras palabras, él miente.

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Las conversaciones acerca de la tarea escolar suelen ser algo como esto:

Yo: “¿Terminaste tu tarea de matemáticas? Vi que tenías que resolver seis problemas para mañana”.

Mi hijo: “La hice hoy durante el almuerzo. Me senté junto a mi casillero e hice toda la tarea, y la entregué antes de regresar a casa de la escuela”.

Yo sé que esto es una mentira antes de que termine de decir la oración. ¿Cómo lo sé?

Nuestro distrito escolar cuenta con un sistema de notificación para los padres. Diariamente recibo un email con actualizaciones de las calificaciones, de las tareas que han sido terminadas y las que faltan, así como de los próximos proyectos antes de que él haya regresado de la escuela. Así que sé que no ha hecho su tarea de matemáticas.

Cuando lo confronto al respecto, él se mantiene firme con su versión de haber hecho su tarea durante el almuerzo: “Entregué la tarea. Mi maestro debe haberla extraviado. ¡Prometo que la terminé! El sistema no debe estar mostrándolo”.

Lo que me desconcierta es que mi hijo no está confabulando. Sus mentiras no son sofisticadas. Obviamente son falsas. Y no hay motivo para que me mienta: si no ha hecho su tarea, yo puedo ayudarlo.

A lo largo de los años, he intentado entender por qué mi hijo hace esto.

Sé que detesta la escuela porque le es difícil. Pienso que a su cerebro le es más fácil mentir acerca de la tarea que sentarse y tratar de resolver los problemas de matemáticas. O tener otra conversación conmigo en la que siente que le están diciendo que es un fracaso.

Tampoco creo que mi hijo mienta a propósito. Ni siquiera creo que la mitad de la veces sepa que está mintiendo. Es como una ilusión: desea tanto que sus mentiras sean verdad que cree lo que está diciendo.

Él quiere que su tarea de matemáticas esté hecha. Desea ser el chico que pasa su hora del almuerzo haciendo sus deberes escolares. Quiere ser el chico que planifica su calendario, da prioridad a sus proyectos y termina todo. Eso nunca será su realidad y por ello la falsea.

Para ser honesta, me ayuda creer que sus mentiras no son intencionales. Después de todo, muchos de nosotros decimos versiones menores de este tipo de mentiras todo el tiempo. Piense en la última invitación que recibió pero que no quiso aceptar. Sé que he dicho algunas “mentirillas blancas” para no lastimar los sentimientos de un amigo, o para evitar una situación rara o dolorosa.

Al final del día, confronto sus “mentiras debido al TDAH” como lo hago con otras. Intento no enojarme o irritarme, o al menos no mostrar mis sentimientos.

Cuando lo confronto la primera vez, generalmente lo niega. Sin embargo, al seguir presionando se pone a llorar y admite la verdad.

Hay mucho dolor y vergüenza involucrados cuando mi hijo miente. Lo emplea como un mecanismo de defensa para sobrevivir en un sistema escolar al cual no se integra. Una vez que llegamos a la verdad, nos abrazamos y hablamos del problema: la ansiedad causada por la tarea. Después hablamos de lo importante que es decir la verdad. Le digo que lo amo, que me siento orgullosa de lo mucho que se esfuerza y que juntos lo superaremos. No está permitida la vergüenza.

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