El estrés positivo es cuando los niños enfrentan un desafío que creen pueden superar.
El estrés negativo ocurre cuando los niños enfrentan un problema que creen no pueden resolver.
Cuando los niños tienen apoyo es más probable que sientan estrés positivo.
Cuando las personas dicen que están estresadas, por lo general no lo consideran algo bueno. Sin embargo, el estrés no siempre es negativo. También existe el estrés positivo que puede ayudar a los niños a enfrentar desafíos, resolver problemas y desarrollar confianza en sí mismos.
La naturaleza nos dio la habilidad de reconocer el peligro y responder a él. Nuestros cuerpos y cerebros se preparan para luchar o huir cuando enfrentamos situaciones peligrosas. No obstante, evitamos permanecer en ese estado por mucho tiempo. Queremos sentirnos a salvo lo antes posible.
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La capacidad de nuestro cuerpo para manejar el estrés nos ayuda a hacer precisamente eso. El sistema de respuesta al estrés prepara a nuestro cerebro y cuerpo para resolver problemas. Cuando resolvemos el problema, nuestro cerebro “se siente bien” y recuerda nuestros logros.
Los niños pueden experimentar ambos tipos de estrés cuando enfrentan dificultades. Es más probable que se sientan estrés positivo cuando han recibido apoyo o han sido exitosos en el pasado. Por el contrario, si han fracasado mucho es más probable que experimenten estrés negativo.
Podemos ayudar a los niños a sentir estrés positivo y a desarrollar resiliencia y confianza en sí mismos, proporcionándoles apoyo.
Profundice
El estrés positivo ocurre cuando enfrentamos un problema que creemos podemos manejar o controlar.
Este es un ejemplo: Una niña está manejando su bicicleta con una sola mano mientras baja una colina. Cuando ve un bache en el camino siente estrés e instintivamente coloca la otra mano en el manubrio.
En menos de un segundo, su cerebro le dice a su corazón que bombee sangre hacia sus piernas. Su visión mejora un poco porque sus pupilas se dilatan para que entre más luz. Está lista para la acción. Esquiva el bache y continúa sin incidentes el resto del camino.
En este caso, ella resolvió rápidamente la situación de peligro sin problema. El estrés positivo la ayudó a superar el desafío porque confió en que podía hacerlo.
Al cerebro le gusta el éxito y guarda el recuerdo de ese evento. Este recuerdo positivo la ayudará a enfrentar una situación similar la próxima vez que la enfrente. El estrés positivo nos fortalece y nos prepara para afrontar nuevos retos.
El estrés tolerable es más intenso que el estrés positivo, pero igualmente lo podemos manejar gracias a la experiencia o al apoyo de otros.
En el ejemplo de la bicicleta, puede que la niña enfrente un nuevo peligro. Quizás repentinamente empieza a llover muy fuerte y se forman grandes charcos en el camino. Ella agarra con fuerza el manubrio. En esta ocasión siente más estrés porque el peligro es mayor y dura más tiempo. Aun así, confía en que llegará a casa a salvo.
¿A qué se debe? Ella ha estado en situaciones como esta y ha salido airosa. Sabe que puede lograrlo de nuevo y se siente confiada. Está experimentando un estrés tolerable. La próxima vez que enfrente un desafío parecido es más probable que esté lista para afrontarlo.
El estrés negativo ocurre cuando enfrentamos una situación atemorizante que persiste y no creemos que podemos superarla.
Volvamos al ejemplo de la niña manejando la bicicleta bajo la lluvia. Ahora la situación cambia de nuevo pero para peor. Llueve más fuerte. Caen rayos. No ve bien y toma el camino equivocado.
Nunca había manejado su bicicleta en tan malas condiciones. Por lo tanto, no tiene la experiencia de haberlo resuelto. No se siente capaz, ni a salvo. De hecho, está aterrorizada. Esto es estrés negativo y es tóxico.
El estrés negativo debilita la confianza en nosotros mismos y nos hace cuestionar nuestra capacidad. Al llegar a ese punto, la niña deja caer su bicicleta en el lodo y corre hacia su casa tan rápido como puede.
Muchos niños enfrentan retos constantes que no pueden resolver rápidamente. Esto es común en los niños que tienen dificultades en la escuela y no cuentan con el apoyo adecuado. Su temor a fracasar persiste y los predispone a experimentar estrés negativo.
Imagine un estudiante de bachillerato que tiene dificultad en matemáticas. Este año tiene que cursar química. Siente que fracasará debido a su dificultad en matemáticas.
Ante este “peligro” constante, experimenta un estado de estrés crónico. En lugar de decir “sé que puedo” o “creo que puedo”, dice “imposible que pueda”.
Esto puede desencadenar una reacción que activa todo tipo de alarmas de supervivencia en el cerebro. Aparece el miedo, los niños se sienten abrumados e intentan escapar. Se bloquean en clase, dejan de hacer la tarea y no piden ayuda.
Cuando los niños tienen apoyo y aprenden cómo ayudarse ellos mismos, están mejor preparados para afrontar los obstáculos. Mientras más logros tengan, más confiados y en control se sentirán.
Estas son algunas maneras de ayudar a los niños a sentirse exitosos y evitar el estrés negativo:
Pídales que completen una hoja con actividades de autoconocimiento. Conocerse a sí mismo puede ayudar a ver los problemas que se avecinan y a estar preparados.