Tres cosas que estoy aprendiendo como mamá primeriza con TDAH
Ser mamá teniendo TDAH es lo más difícil que Mallory había hecho en su vida. Pero ella está abierta a la experiencia y reconociendo su valía. Conozca tres cosas que ella está descubriendo cómo hacer siendo mamá por primera vez y con TDAH.
Nada me podría haber preparado para la maternidad, en especial para la maternidad con TDAH. Algunos días me siento enloquecida y no puedo pensar con claridad. ¿Ya me duché? ¿Me cepillé los dientes? Es mediodía: ¿Desayuné? ¿Me tomé mi medicamento para el TDAH? La mayoría de las veces, la respuesta es no.
Ser mamá por primera vez es agotador y emocionante. Por momentos es frustrante y te sientes sola. La única manera de prepararse es confiar en tus fortalezas. En mi caso, muchas de esas fortalezas provienen de mi TDAH.
Sin duda, la maternidad es lo más difícil que he hecho hasta ahora. Y hay días en que no me siento yo misma. Pero estoy aceptando esta experiencia por lo que es y lo que me está enseñando. Y eso lo ha hecho más llevadero. Estas son tres cosas que estoy aprendiendo como mamá primeriza con TDAH.
1. Pedir ayuda
Comunicarse con claridad es una lección que mi esposo y yo aprendimos desde el principio. Antes de convertirnos en padres, solíamos predecir lo que la otra persona quería o necesitaba. Todo eso cambió cuando llegó nuestro bebé. Ya no tenía el tiempo ni la energía para leer la mente de nadie.
Pedir ayuda nunca ha sido fácil para mí. Solía pensar que incomodaba a las personas cuando pedía ayuda, incluso cuando me la habían ofrecido. Pero después de algunas discusiones con mi esposo sobre quién se levantaría a las tres de la mañana para cambiar un pañal, quedó claro que debía eliminar ese pensamiento. Tanto mi esposo como yo necesitábamos hacerlo.
Así que, en lugar de gritarnos, ahora programamos reuniones diarias para hablar. Dedicamos al menos cinco minutos para averiguar cómo se siente cada uno y cómo podemos apoyarnos.
Abogar por nuestras necesidades se extiende más allá de nuestro hogar. Nos estamos sintiendo más cómodos pidiendo ayuda a familiares y amigos. Cuando alguien se ofrece a ayudarnos con una tarea específica, aceptamos su oferta.
2. Abandonar mis expectativas
Cuando estaba embarazada, tenía expectativas muy altas sobre cómo sería este nuevo capítulo en mi vida. En mi mente, todos los días iba a sentirme llena de energía y feliz. Descansaría por la noche y sería productiva durante el día mientras el bebé dormía. Pero una vez que llegó el bebé, me di cuenta de que mis expectativas no correspondían a mi realidad.
Inmediatamente caí en la trampa de compararme con otras mamás primerizas. Leía en las redes sociales las publicaciones de otras mamás sobre cuánta leche habían podido extraerse y cuánto había crecido su bebé. Eso me hacía sentir como si estuviera haciendo algo mal. O como si mi TDAH estuviera interfiriendo en mis habilidades como madre.
La verdad es que no estaba haciendo nada mal. Solo necesitaba ajustar mis expectativas sobre mí y mi nueva vida. La maternidad es diferente para cada mamá, y hay muchas formas de criar niños saludables. Estaba, y sigo haciendo lo mejor que podía para mí y para mi bebé. Y en eso es en lo que me sigo enfocando.
3. Celebrar los pequeños logros
Encontrar al menos una cosa cada día de la cual sentirme orgullosa cambió el panorama. Puede ser difícil notar los avances como madre primeriza cuando estás en medio del proceso.
¿El bebé hizo caca hoy? ¡Perfecto! Debe sentirse aliviado. ¿Estuvo menos inquieto de camino al supermercado? Eso es un progreso. Ambos son logros en el libro de la maternidad. Pero ¿y mis logros personales?
Después de la primera semana de ser mamá, me hice dos promesas. La primera fue ducharme todos los días. La segunda fue dar un paseo de diez minutos todos los días. Sin importar lo difícil que fuera el día ni lo que estuviera pasando, me comprometí a hacer esas dos cosas. Cuidar de mí misma me ayudaría a ser una mejor mamá para mi bebé. Y definir mis logros me ayudó a sentirme más segura.
Ser mamá teniendo TDAH es difícil. A veces me puede parecer que soy la única persona que no tiene idea de qué hacer ni cómo hacerlo. Pero sé que eso no es verdad.
Así que, cuando mi bebé me despierta llorando a las cuatro de la mañana, me digo a mí misma que no soy la única mamá en el mundo que está haciendo lo mismo en ese momento. Respiro profundamente y me digo: “Estás haciendo un trabajo increíble”.
Lea cómo Mallory superó el síndrome del impostor y dejo de sentirse como una farsante.