No todos podemos ser Salma Hayek: Historias de personas exitosas con dislexia

Muchos sabemos quienes son Salma Hayek, Olga Tañón y Alejandro González Iñárritu. Son personas que superaron su convirtieron en famosos cineastas, actrices y cantantes, entre otras profesiones.

No hay escasez de íconos culturales que tengan diferencias en la manera de pensar y aprender. Ellos representan una poderosa inspiración para 1 de cada 5 niños que enfrentan estos retos (y dan confianza y tranquilidad a sus padres).

Esos íconos también nos ayudan a estar alertas de que se establezcan bajas expectativas. Les recuerdan a maestros y alumnos que los niños que leen lentamente o necesitan más tiempo pueden llegar a convertirse en líderes en la profesión que elijan. Advierten a las universidades y empleadores de no confundir los puntajes de las pruebas con el potencial que tiene un estudiante.

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Como madre y maestra, he sido testigo del poder que tienen estas historias de inspirar y dar esperanza. Yo se las narraba a mi hijo disléxico, y frecuentemente las repito a mis estudiantes que piensan y aprenden de manera diferente.

De hecho, mi familia estuvo involucrada en la creación de la películaThe Big Picture: Rethinking Dyslexia (no disponible en español). La película utiliza historias exitosas de personas con dislexia para ayudar a desmitificar y desestigmatizar la dislexia.

Pero mi hijo Dylan, cuya historia está incluida en la película, recientemente ofreció otra perspectiva. En una entrevista con la experta de Understood Elizabeth Hamblet para su libro From High School to College: Steps to Success for Students With Disabilities (no disponible en español), Dylan explicó por qué considera que necesitamos expandir nuestras historias de personas exitosas.

Dylan reconoce que las historias extraordinarias tienen un propósito importante. Los estudiantes que tienen problemas en la escuela a menudo son percibidos erróneamente como menos inteligentes que sus compañeros. Esas historias ayudan a invalidar ese mito, pero advierte que también pueden enviar un mensaje equivocado sobre la definición de éxito.

¿Qué pasa con los disléxicos que salen adelante y viven tranquilamente con un empleo que los apasiona?

¿Es necesario obtener premios y reconocimientos especiales o volverse famoso para ser considerado un disléxico exitoso?

¿Hemos establecido un estándar poco realista al destacar los logros extraordinarios de algunas personas que tienen dislexia? ¿Corremos el riesgo de limitar la creatividad de los niños a quienes queremos inspirar? O peor aún, ¿estamos añadiendo estrés a los niños que precisamente necesitan menos presión?

Por supuesto que no tenemos que reemplazar una historia por otra. Sin embargo, podemos y debemos divulgar más historias de personas con diferencias en la manera de pensar y aprender que están prosperando sin ser el centro de atención. Hablo de nuestros colegas, amigos y miembros de la comunidad.

Las historias exitosas tienen un lugar importante en las luchas diarias por los derechos civiles, incluyendo los nuestros. Son una parte vital de los esfuerzos por hacer que las escuelas sean lugares donde todos los estudiantes puedan progresar.

No obstante, creo que necesitamos replantear cómo usar esas inspiradoras narraciones. Las historias excepcionales acerca de las diferencias en la manera de pensar y aprender deben contemplarse en un contexto más amplio para que ayudemos mejor a nuestros hijos. Debemos ser cuidadosos de no constreñirlos a expectativas o normas particulares. Queremos que los niños sepan que no tienen que ser célebres para que se consideren personas exitosas.

Como menciona mi hijo, los estudiantes con diferencias en la manera de pensar y aprender se beneficiarían más de modelos a seguir que sean más diversos, más inclusivos. No solo personas famosas, sino personas comunes prósperas con quienes puedan identificarse.


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