Cómo ayudé a mi hijo a seguir adelante después de reprobar un examen importante

¿Cómo deberían reaccionar los padres cuando un niño reprueba un examen? Averigüe cómo una mamá ayudó a su hijo a seguir adelante y aprender de su fracaso.

Los exámenes son un asunto importante para los niños. Son inevitables. Igual que el fracaso.

Recuerdo cuando mi hijo reprobó dos de los exámenes más importantes en sexto grado: las evaluaciones anuales estatales en lengua (inglés) y matemáticas. De hecho, había reprobado estos exámenes todos los años desde que tenía 9 años. Pero como estudiante de escuela media estaba mucho más consciente del efecto que tenía reprobar, tanto social como académicamente.

Por ser un niño que piensa y aprende de manera diferente y tiene un IEP, mi hijo se había preparado mucho para estos exámenes. Y sintió que todo su esfuerzo había sido en vano.

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Era duro verlo pasar por un momento tan difícil. Honestamente, para mí no fue una sorpresa que reprobara. Que le fuera mal en los exámenes de lectura y matemáticas no era algo nuevo para nosotros. Pero me entristeció no poder aliviar su decepción.

Lo que sí pude hacer fue ayudarlo a salir adelante de esta adversidad. Esto es lo que hice cuando conversamos sobre esta experiencia.

Le di toda mi atención

Sabía que era importante crear un entorno propicio para que mi hijo expresara sus sentimientos. Encontré un lugar tranquilo y cómodo donde hablar sin distracciones. Luego, lo animé a que me contara cómo se sentía. Le hice preguntas como: “¿Me podrías decir qué estás pensando en este momento?”.

Usé técnicas de escucha activa para mostrarle que estaba completamente presente en la conversación. Establecí contacto visual, asentí con la cabeza y le hice preguntas aclaratorias.

También evité interrumpirlo o darle consejos que no me había pedido. Quería darle espacio para que pudiera expresar sus pensamientos y sentimientos.

Créame, no fue fácil para mí: ¡generalmente doy consejos sin que me los pidan!

Lo ayudé a poner las cosas en perspectiva

Una vez que terminó de decirme lo que pensaba, propuse una visión más positiva. Le recordé sus logros pasados. También le hice ver el progreso que había logrado antes, e incluso después del examen.

Hablamos de que un examen no es más que una fotografía instantánea de su desempeño. Que no lo define como persona. Ni que tampoco un fracaso demuestra su capacidad para tener éxito en otras áreas.

Le recordé también que todo el mundo tiene fracasos en la vida, y a veces a menudo. Le conté la historia de uno de mis fracasos y cómo lo superé. Quería que entendiera que fracasar en algo no es el fin del mundo y que es posible superarlo y alcanzar el éxito.

Hicimos planes para el próximo examen

Después, nos enfocamos en el futuro y pensamos en maneras de hacerlo mejor la próxima vez. Repasamos parte del contenido del examen e identificamos las partes en las que tuvo dificultades. Le pregunté cosas como: ”¿Cuál fue la parte más difícil en el examen de matemáticas?”. Esto nos ayudó a reconocer sus dificultades en los problemas de matemáticas de varios pasos.

Elaboramos un plan para abordar estas dificultades, tanto en la casa como en la escuela. Hablamos de la importancia de abogar por sí mismo. Lo animé a que pidiera más apoyo a su maestro. También hablamos de pedir ayuda a otros miembros del personal escolar, como los paraprofesionales.

Los niños pueden ser muy duros con ellos mismos cuando fracasan. Mi hijo no era la excepción. Al final, aprendió a dejar a un lado la presión que le causaban los exámenes. Esto lo llevó a tener una actitud más saludable respecto al fracaso y que estuviera más dispuesto a asumir riesgos y probar cosas nuevas.

Al año siguiente, mi hijo mejoró sus calificaciones. Convertimos este fracaso en una experiencia de aprendizaje que todavía lo acompaña.


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